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domingo, diciembre 11, 2011

Enseñar mal debería ser un crimen

Tras explicar en sus clases con todo detalle cómo funciona un arcoiris y tras muchos esfuerzos mostrar por vez primera las ecuaciones de Maxwell, Walter Lewin, Profesor Emérito de Física del MIT, decía "Your life will never be the same". Y tenía razón.

Ya no miras un arcoiris. Lo ves, lo buscas, te deleitas con el orden de los colores en el primer arco, el orden inverso en el segundo, sacas de la cartera tu filtro polarizador y miras a través de él, observas como el cielo es más claro dentro que fuera. Sonríes y aplaudes. Vives ya de otra manera. Igual con las ecuaciones de Maxwell, junto con un par de teoremas más y tres principios físicos te puedes ir por ahí con un lápiz y un papel y no necesitas más. Tu vida ya no es lo que era. Eres superpoderoso.

En su estupendo libro "For the Love of Physics", Free Press, 2011, Walter Lewin remata con un precioso epílogo:

"It's so much more important to me for students to remember the beauty of what the have seen than wether they can reproduce what you've writen on the blackboard. What counts is not what you cover, but what you uncover!

My goal is to make them love physics and to make them look at the world in a different way, and that is for life! You broaden their horizon, which allows them to ask questions they have never asked before. The point is to unlock the world of physics in such a way that it always try to show my students the forests, rather than take them up and down every single tree."
Tipos como éste, que dan clases de física espectaculares, son los que a D. y a mí nos motivan a seguir cuando a nuestro alderedor esto no prima. Feynman les daría caña. Queremos ser también como él, pero somos mucho más débiles.

¿Saben porqué el MIT es maravilloso? No sólo por el dinero y la historia, sino por los tipos que dan clase allí. Vale, sus egos no entran por la puerta, pero por encima de todo aman lo que hacen. Disfrutan enseñando (al menos más de la media que aquí, en nuestras anquilosadas universidades). Allí les dan un premio al mejor profesor. ¡Un premio! Aquí da exactamente igual. En efecto, ¿para qué esforzarse? No van a conseguir mejor sueldo, de hecho es tiempo perdido, son menos competitivos en los papeleos, publican menos. Pero la física no va de papeleos, ni de pilas de papers. Va de tizas y pizarras. Va de acuchillarse con hipótesis y demostraciones. Va de Bohr y Einstein en congresos estrujándose el coco día tras día, de la misteriosa interpretación Bohmiama, de la diversión de Feynman y la contundencia de Landau.

Y no, no me vale decir que hay que separar: unos a investigar y otros a enseñar. Porque eso es una gran falacia, no se cumple que sean excluyentes. Y dudo mucho que uno sea un buen investigador si no sabe enseñar bien. Enseñando bien, aprendes. Y mucho. Te expones a la crítica continua de tus ideas, apagas tu ego y admites errores y los buscas en la pizarra, y el duelo de mentes comienza. Michelson, Millikan, Zeeman, Faraday, Young, buenos experimentales, ¿malos investigadores? ¿Malos teóricos? Mala falacia.

Me juego un meñique a que en esta lista no hay más de diez profesores que enseñen en España (españoles seguro que hay).

Pero eso a casi todos los de aquí no les importa (en la práctica saben muy poco de lo importante pero demasiado de cómo agarrarse bien, ya saben, desde abajo hasta arriba). Por eso D. y yo nos desesperamos. Porqué sí nos importa.

Porque amamos la física, y si se enseña mal, debería ser un crimen.

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