Hace mucho que no escribo, y de hecho estuve pensando en quitar el blog, al fin y al cabo no sirve para mucho ya, seguramente ustedes ya ni suquiera vengan a visitarlo. Y quizá sea por eso por lo que me animo a escribir, para pasar desapercibido.
Pero no sólo eso. Es por algo más grave: el martes pasado perdí mi Cuaderno Mental XVIII. La cosa ha sido dura, estuve toda una tarde en estado traspuesto (y un poco conjugado) haciendo memoria de mis acciones los dos últimos días y me sorprendí al ver lo mucho que recordaba y cuántos detalles fotográficos guardé. También me sorprendí revolviendo mi habitación en un estado hermítico de desesperación.
Supongo que encuentras una cosa cuando miras en el último sitio donde mirarías, lo cual tiene su lógica, pues no vas a seguir mirando en otros sitios si ya lo has encontrado. Pregunté a mis autovalores, reales todos ellos, cuál sería el sitio donde no mirarían o habrían mirado, pero evidentemente no me lo podían decir, de lo contrario ya habría mirado y, seguramente, lo habría encontrado.
Pero el caso es que ayer compré otro, ahora tengo el Cuaderno Mental XIX y está lleno de un poco de todo (distribución Gaussiana, tareas pendientes, ideas sueltas, frases de amor...).
Análisis de Pérdidas:
- Afortunadamente no tenía la idea revolucionaria de la física, así que no me importa haber perdido ecuaciones y fórmulas, son lo de menos.
- Afortunadamente mi lista de tareas la repaso cada media hora, es lo de menos.
- Afortunadamente es el número XVII quién tenía mucho más material bueno y original.
- Me da pena haber perdido los bocetos de dibujos de un regalo y el texto original de un cuentecillo especial, afortunadamente el cuento ha sido regalado, leído,
interpretado, impreso y guardado en formato digital; así que es lo de menos.
- Una declaración de amor que afortunadamente me sé de memoria, así que es lo de menos.
- Pero hay una cosa que por encima de todas me destroza haber perdido: un texto, medio en poesía medio en prosa, que se esbozó en el número XVII y que debió de terminarse en mi cabeza, ahora olvidado, o en un papelajo, ahora perdido, y que fue realmente importante, impactante, erótico, no lineal, nocturno, brillante. Y ahora, desaparecido.
Conclusiones:
- Ahora XIX tiene un teléfono de contato y es propiedad intelectual mía, no vayan a encontrarlo y ganar concurso de cartas de amor con él otros buitres miserables.
- Tiene una cuerdecilla hilada, medio larga, sin sentido, con esperanza.
- Haré copias de seguridad de varios textos importantes, parte del alma mía, parte de la vida mía, ésos por los que cambio ideas que en otros campos hubiesen sido útiles, pero que son, sin duda alguna, las que mueven el mundo. Ése mundo que decía Thorin:
" Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, éste sería un mundo más feliz."
El Hobbit,XVIII:19