Caution!

CAUTION: THESIS WRITING IN PROGRESS!

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lunes, diciembre 27, 2004

¡Scratch!

Eso fue lo que se oyó un día en mi casa. Mi madre estaba en el piso de abajo, pensó que algo muy caro acababa de caerse al suelo y que se había hecho mil pedazos. Mil no, algo así como unos nueve. Los que pudo rescatar mi padre y pegarlos con celofán para enseñármelo mas tarde.

Lo que había reventado era, en concreto, el CD de Windows 98 que nos copiamos en junio de 2001 en un disco marca Acer con una capacidad de 650 Mb “Multi-Speed”. Y lo había hecho dentro de la lectora de cd’s.

El CD tenía, desde hace ya mucho, una pequeña rajita en el plástico que salía del agujero. Nada importante, habíamos visto (y usado) discos en peor estado.

Rápidamente me puse a hacer algunos cálculos. Investigando antes un poco, se han dado casos de discos rotos dentro de lectoras, desde luego. Y en algunos foros de informáticos comentan que pueden alcanzar (e incluso superar) las velocidades de los discos duros: entre 7.200 y 10.000 revoluciones por minuto. Muy, muy rápido.

Mi lectora era de 52X, o “cincuenta y dos velocidades”, cada “velocidad” o X, equivale a 150 Kbytes por segundo, esto es la frecuencia máxima con la que puede leer el láser de la máquina.

Claro, si la lectora se ha descontrolado (cosa que en mi ordenador ocurría siempre) y encontraba algún fallo, empezaba a girar muy rápido y a hacer un ruido nada tranquilizador. Fue entonces cuando se oyó el tremendo chasquido del disco al partirse en cachos. Algunos de ellos salieron de la bandeja y peinaron a mi padre (desde entonces ponía la mano en la tapa y cerraba un poco los ojos cuando aquello sonaba a hecatombe).

Me puse en el caso extremo: 10.000 revoluciones por minuto, una velocidad angular de 333,3π radianes por segundo. Tras unos cálculos desastrosos (la dinámica del sólido rígido es complicada, sólo quería obtener órdenes de magnitud) dije: ha sufrido una aceleración radial equivalente a colgarle una masa de 10 kg. Esto es muy relativo, porque si colgamos diez kilos no ocurrirá nada, deberíamos tirar de cada radio. Pero bueno, a lo bruto era algo así. O eso pensé. Fui al taller, cogí un disco y lo metí en una varilla de acero horizontal, donde podía girar libremente y estar bien holgado. Colgué bolsas con litros de leche y kilos de arroz... Nada. Comprobé si podía resistir la tensión de todo eso más la lata grande de tomate, el litro de lejía, el extintor pequeñito y la maza de mi padre. En total nueve kilos y medio. Pudo.

Decidí entonces que debería hacerle sufrir alguna tensión en otros ángulos: colgué la mitad del peso a 15 grados sobre la horizontal (la otra mitad pendían a lo largo de la vertical) y con una tercera cuerda tiré yo con un ángulo aproximado de 30 grados desde el otro lado, sosteniéndolo en equilibrio el sistema equivalía a tirar con una tensión de 40, 50 y 55 Newtons (o 4, 5 y 5,5 kilos aproximadamente) desde ángulos diferentes (dispuestos como las bisectrices de un triángulos equilátero, o casi). Nada. A pesar de todo eso el disco de prueba tenía una fisura en el borde del agujero (pero no una rajita de medio centímetro como el original).

Como me estaba aburriendo de todo aquello decidí que lo mejor era someterlo a oscilaciones forzadas transversales: doblarlo p’acá y p’allá. Y a pesar de todo el disco era bastante elástico y deformable. Hasta que no pudo más y... ¡Scratch! . Misión cumplida.

Luego aquel pobre disco que murió bajo tensiones radiales serias y velocidades de vértigo tuvo que sufrir eso o incluso más. También puede ser que la máquina lectora, a esa velocidad, dejase de ser estable y comenzase a oscilar, eso complicaría mucho las cosas, aceleraciones de Coriolis e historias similares... Y eso que no tenía nada pegado a la superficie d el disco.

Desde entonces la lectora casi no funciona, el susto fue mucho para ella. Yo he tenido colgado el cd roto desde entonces en una chincheta desafiándome a hacer cálculos complicados de deformaciones de plásticos en rotación. Algún día.

Hay una estupenda página donde destripan una lectora de CD:

Me acordé de Javier, donde en su carrera destripan cosas de esas y pueden hacer experimentos más sutiles que colgarle a un CD bolsas de plástico llenas de briks de leche. Un día de estos destriparé la lectora.